“No puedo recordar nada
sin una tristeza tan honda que casi
no se me revela”.
John W. Lennon.
Que, ¿por qué estoy aquí?, rodeado de todo este grupo de maníacos y chalados. Que, ¿por qué estoy confinado en estas cuatro acolchadas paredes, sin más contacto que el exterior, que una pequeña ventana de treinta centímetros en cuadro, con reja de hierro y red de alambre remetida en la pared?. Pues por algo horrible; algo de lo que me arrepiento profundamente y que me hace estremecer.
Desde que tengo uso de razón; desde esos primeros recuerdos infantiles, mi vida aparece ligada ¡a una canción!.
Resulta extraño, pero ese "tema", quedó sobreimpresionado en mi cortex cerebral cuando si apenas todavía sabía escribir.
Pero el problema era, que la melodía solía aparecer presagiando malos augurios. Como aquella vez que sufrí mi primer accidente de bicicleta. Llegué a casa con una ceja sangrante y magulladuras por todo el cuerpo. Cuando entré en la cocina, mi madre escuchaba la radio, y en ella sonaba el "tema".
Los años pasaban, y mi juventud dio paso a mi adolescencia. Mi primer amor, ¡el que nunca se olvida!. Me abrió las puertas de un mundo desconocido hasta entonces para mí.
Los años pasaban, y mi juventud dio paso a mi adolescencia. Mi primer amor, ¡el que nunca se olvida!. Me abrió las puertas de un mundo desconocido hasta entonces para mí.
¡Qué dichosos éramos!. Creíamos que viviríamos para siempre juntos, en aquel pueblo junto al mar.
Hasta que un día, esperándola en una cafetería, aquella musiquilla salió repentinamente de los altavoces. Sentí un escalofrío, y un sudor corrió como un hilillo de sangre por mi sien. Un largo y estridente frenazo me hizo pensar lo peor. Y allí estaba ella, como dormida sobre el gris asfalto, aunque con los ojos muy abiertos y quietos. Sin vida.
La gente se agolpaba a su alrededor, y yo, sin saber qué hacer, eché a correr sin rumbo, tratando de dirigirme a un sito donde aquellos ojos dejaran de perseguirme.
Pasaron los años, y el tiempo iba haciendo su trabajo, hasta que, esta vez la televisión fue la encargada de instaurar de nuevo la desgracia en mi vida. El "grupo" cantaba mientras yo me afanaba infructuosamente en desconectar el aparato.
Pasaron los años, y el tiempo iba haciendo su trabajo, hasta que, esta vez la televisión fue la encargada de instaurar de nuevo la desgracia en mi vida. El "grupo" cantaba mientras yo me afanaba infructuosamente en desconectar el aparato.
Ahora le tocó el turno a mi padre. Los médicos dijeron que la extensión del "mal" hacía imposible cualquier tipo de operación. La única vía pasaba por la cobaltoterapia. ¡Pero no fue suficiente!. Nos dejó en apenas medio año.
Fueron momentos amargos en mi existencia. No encontraba nada que me motivase. Hasta conocerla. Ella volvió a traer una brizna de aire nuevo a mi vida. Todo parecía volver a tener nuevamente sentido.
Fueron momentos amargos en mi existencia. No encontraba nada que me motivase. Hasta conocerla. Ella volvió a traer una brizna de aire nuevo a mi vida. Todo parecía volver a tener nuevamente sentido.
Nos casamos poco tiempo después, siendo ambos muy jóvenes. Cada día íbamos conociendo cosas nuevas el uno del otro. A mí me parecía que todo en ella era maravilloso, no podía objetarle nada. Sin embargo mientras acababa de traer todas sus cosas a nuestra casa, pude comprobar, para mi triste asombro, que tenía todos los discos del grupo, entre los cuales se encontraba "el tema". A partir de ese momento, comencé a volverme arisco con ella; todo lo que habrían sido anteriormente pequeñas imperfecciones, comenzaron a tornarse en estrepitosos fallos para mí.
Incluso trataba de rehuirla lo máximo posible, llegando a casa a altas horas de la madrugada para evitar que nos cruzáramos las miradas.
La situación era insostenible, y un día llegó lo inevitable. Ella no era ajena a mi cambio de carácter, y pensando que éste se debía a algo que había hecho mal por su parte, me preparó una cena a la luz de las velas, con mi comida favorita.
Ante tal derroche de sensibilidad, no pude más que sucumbir de nuevo ante sus encantos. Me dije a mí mismo que nada malo podía esperar de aquella que me trataba con tanta dulzura.
Y ese efecto de tranquilidad y mágico sopor que se había creado, se rompió bruscamente cuando le oí decir: "Esto necesita un poco de ambientación musical".
Y ese efecto de tranquilidad y mágico sopor que se había creado, se rompió bruscamente cuando le oí decir: "Esto necesita un poco de ambientación musical".
Vi como su mano se desplazaba lentamente en búsqueda del mando a distancia del compac-disc; y cuando lo había asido, su dedo índice se reclinó parsimoniosamente sobre la mullida tecla de goma. Y la música que salió de aquel engendro electrónico, no podía ser otra que la que yo tanto odiaba, y que tanta tristeza y dolor había siempre traído a mi corazón.
No lo pude soportar. De repente una fuerza irresistible se adueñó de mí y me encontré encima de mi mujer, oprimiendo su cara con un pequeño cojín. Ella se agitaba compulsivamente al principio, y sus brazos formaban grotescas figuras en el aire; al cabo de unos segundos, caían pesadamente, mientras lanzaba su agónico estertor. Después arremetí contra el reproductor, arrojándolo con ira hacia el suelo. El "tema" paró, bajando de revoluciones hasta extinguirse, como la vida de mi amada.
Mi arrepentimiento espontáneo y mis especiales condiciones psíquicas, hicieron que me confinasen en este sitio desde donde ahora escribo. Algunas noches todavía me despierto sobresaltado sintiendo que me falta el aire. ¡Pero no!, yo no estoy loco. YO no soy como esos que vagan por el pasillo y los corredores de las demás plantas, con su mirada perdida y la baba escapándose por la comisura de los labios.
Mi arrepentimiento espontáneo y mis especiales condiciones psíquicas, hicieron que me confinasen en este sitio desde donde ahora escribo. Algunas noches todavía me despierto sobresaltado sintiendo que me falta el aire. ¡Pero no!, yo no estoy loco. YO no soy como esos que vagan por el pasillo y los corredores de las demás plantas, con su mirada perdida y la baba escapándose por la comisura de los labios.
Todos mis problemas han sido conyunturales. No he perdido el juicio.
-¿Qué demonios es eso que están construyendo en el patio?. Parece un patíbulo. Si no estuviésemos al albor del siglo XXI casi podría jurarlo.
-No, no lo es. Esas luces, esos altavoces, esos instrumentos.. ¡es un escenario!. Vendrá algún grupo musical a amenizar a estos lunáticos. ¿Quiénes serán?:
"A las cinco se cierra la barra
del treinta y tres;
pero Mario no sale hasta las seis..."
del treinta y tres;
pero Mario no sale hasta las seis..."
...¡OH,NO!