Mi perro está satisfecho con lo que hago, pues no está infectado con el concepto de lo que "debería" estar haciendo. Lonzo Idolswine
Me convertí en protagonista de la obra de teatro en la que se había transformado su vida. Aunque yo era el perro y él era el hombre, los dos mandábamos y los dos obedecíamos. Lo que le gustaba de mí era precisamente mi naturaleza canina, pura, primaria, ausente de maldad y de codicia, es decir, nada que ver con el ser humano, o por lo menos, con los seres humanos con los que se había relacionado hasta entonces. Y lo que a mí me encantaba de él era su nobleza, y sobre todo, su coraje para renunciar a todo por mí y por la música. No era más que un hombre feliz, aunque el resto del mundo pensase que era un desgraciado, un perdido y un borracho. Todo lo contrario, poseía una gracia innata que le hacía salir bien parado de las situaciones más comprometidas, se había encontrado a sí mismo el día en que decidió dejar su absurdo trabajo de pleitos sin sentido e interesados y avariciosos clientes para lanzarse a la maravillosa aventura de no tener que darle explicaciones a nadie, y , si bien es cierto que bebía un poco, lo hacía porque la asquerosa realidad necesitaba ser deformada y coloreada con pinceladas de vino rosado, que servían, como así me decía protocolariamente antes de interpretar en su roída Alhambra “ la Vie en Rose”, para hacerla más atractiva. Así, todos los días, salíamos a vivir, y lo hacíamos, no solo en el sentido literal de la expresión, sino en el poético y metafísico, pues, a pesar de nuestro aspecto inmundo, nos sentíamos libres, felices y plenamente reflejados en la letra y música de aquellas trece canciones que Sonrisas ,como así se había autobautizado derramando una botella de Lambrusco por la cabeza, había elegido concienzudamente. Trece porque era un número que le gustaba(odiaba a los supersticiosos) y porque consideraba que el hombre y la mujer, al cumplir esa edad, dejaban de ser buenos al verse desprovistos por un ser superior de la inocencia de la infancia. Todos menos él, que, por un pacto con ese ser a cambio de renunciar a la estúpida comodidad de su vida anterior, la había recuperado. Esa era la historia que me contó cuando salimos a nuestro rutinario paseo nocturno y jamás regresamos a aquella casa llena de lujos, que básicamente servían para complicarle su existencia y para aumentar su creciente desasosiego. Llegó a la conclusión de que se había convertido en el rey de los imbéciles, en el marqués del querer más, en el rico más pobre, en un excremento con corbata de seda y maletín que debía de abandonarlo todo salvo a su mí y a su guitarra , indultados por ser los únicos que le daban sentido a su hasta entonces patético devenir. De modo que eso fue lo que hizo y aquí estamos, un día más, da igual que día y en que calle. Un poquillo de jamón, vasito del rojo elixir y.... ¡Que comience el concierto!....... I see trees of green ....red roses too........I see them bloom..... for me and you........ And I think to myself......... what a wonderful world.... I think to myself......... what a wonderful world....
2 comentarios:
Gracias por regalarnos tu nueva "perla", perlita, perdita.
¡Qué bonito cuento! Aplaudo su calidad.
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